Tres métodos complementarios para el seguimiento de aves silvestres: resultados del proyecto PROSPOVERG

El proyecto PROSPOVERG culminó luego de dos años de monitoreo intenso de la fauna del bosque de Poyen, en Guadalupe francesa. Las aves, en particular, fueron monitoreadas utilizando tres métodos diferentes, con tres objetivos: conocer mejor la biodiversidad de este bosque, evaluar la efectividad y complementariedad de los diferentes métodos de monitoreo utilizados y capacitar a los estudiantes en dichas técnicas.

Conocer la abundancia de individuos de determinadas especies o poblaciones es importante para definir su estado de conservación y, de ser necesario, adaptar las medidas de gestión. Estudiar los parámetros demográficos de varias especies en una localidad específica también es útil para entender su ecología: interacciones (depredación, competencia), diferencias en el hábito de vida (diurno vs nocturno), sociabilidad o preferencias en términos de hábitat.

En el campo, se pueden utilizar varias técnicas. Durante el proyecto PROSPOVERG, se implementaron tres métodos de seguimiento para estudiar aves y mamíferos del bosque seco de Poyen, en Guadalupe francesa: una técnica de captura-marcaje-recaptura (CMR), la instalación de cámaras trampa y el uso de grabadoras de sonido ambiental.

Anillos para diferentes especies de aves

La primera técnica de seguimiento (CMR) consistió en instalar redes para capturar aves voladoras. Se desplegaron ocho redes, cada una de 24 metros de largo, una vez al mes durante dos años, siempre en los mismos lugares. Cada animal capturado proporcionó información valiosa: especie, tamaño, peso, sexo y etapa de desarrollo. Se dispuso un anillo en las patas de las aves, con un número único inscrito para poder identificar cada ave en capturas posteriores.

Los otros dos métodos de seguimiento fueron del tipo pasivo. Se instalaron dispositivos automáticos en las mismas áreas que las redes, durante cuatro meses. Con las cámaras trampa obtuvimos imágenes de cada animal que pasaba frente a ellas, ya que las cámaras tomaban fotografías automáticamente al detectar un movimiento. Las grabadoras acústicas registraron sonidos ambientales como los cantos de las aves, los cuales permitieron la identificación de las especies. Esta vez, la grabación estaba programada: el dispositivo se encendía durante 10 minutos cada hora durante 24 horas.

Estos tres métodos se ilustran en el siguiente video (en francés con subtítulos), filmado en el campo y explicado por Christopher Cambrone, coordinador científico del proyecto.

 

 

Después de dos años de seguimiento, es hora de echar un vistazo a los resultados. El análisis de los datos de cuatro meses, durante los cuales se implementaron las tres técnicas de seguimiento, confirma la complementariedad de las mismas. Por un lado, las redes solo capturan pájaros en vuelo, mientras que las cámaras se instalan a 20 cm del suelo y, por lo tanto, solo registran a los animales que utilizan el estrato inferior del bosque. Por su último, las grabadoras de sonido ambiental, permiten la identificación de las especies que emiten cantos.

Durante los dos años de monitoreo y utilizando las tres técnicas, se detectó 27 especies de aves. De las especies detectadas, 18 pudieron ser capturadas con las mallas y se anillaron cerca de 800 individuos. El seguimiento acústico resultó muy efectivo ya que permitió detectar 26 especies durante los cuatro meses en que el proyecto estuvo en funcionamiento, y casi tantas como con las mallas. Sin embargo, solo se logró fotografiar 10 especies de aves.

Entre las especies registradas en el bosque de Poyen destacan tres aves endémicas de las Antillas Menores, el cuitlacoche oscuro (Allenia fusca), la reinita plúmbea (Setophaga plumbea), el pepitero antillano (Saltator albicollis) y la torcaza cabeciblanca (Patagioenas leucocephala), una especie clasificada en peligro de extinción en Guadalupe.

Los análisis también evaluaron la abundancia de estas especies y su distribución en el bosque de Poyen. Además, se recolectaron datos de mamíferos utilizando cámaras trampa: mangostas, mapaches, perros, gatos y ratas. Se compararon estos datos con los de las aves para identificar los riesgos de depredación, en particular mediante la evaluación de las superposiciones espacio-temporales (es decir, la posibilidad de que dos especies estén en el mismo lugar a la misma hora del día). Debido a que la mangosta, la única especie de mamífero exótico invasor diurno, fue la más fotografiada por las cámaras trampa representan un alto riesgo para la fauna aviar de este bosque.

Un total de 18 especies diferentes de aves fueron capturadas en las redes durante los 24 meses de seguimiento.

 

El proyecto comenzó a fines de 2020 como parte de una colaboración entre AMAZONA (www.amazona-guadeloupe.com), una asociación que contribuye al estudio de la avifauna de Guadalupe y la difusión del conocimiento, y Caribaea Initiative. Involucró a más de treinta personas y permitió la formación de dos estudiantes de maestría y dos de doctorado. En el marco de este proyecto también se han organizado varias salidas ornitológicas para el público en general y para estudiantes.

El proyecto PROSPOVERG fue financiado por la Office Français de la Biodiversité (Oficina Francesa de la Biodiversidad). También queremos agradecer a la Office National des Forêts (Oficina Nacional de los Bosques), la Réserve Biologique Dirigée du Nord Grande Terre (Reserva Biológica Manejada del Norte de Grande-Terre) y el Conseil Départemental de Guadeloupe (Consejo Departamental de Guadalupe) por permitirnos llevar a cabo el monitoreo en el bosque de Poyen.